Observación:
Un Eclipse no produce un daño, lo provoca la luz que irradia el Sol e independientemente de la aparición de este fenómeno. El Sol emite radiaciones ultravioleta y electromagnéticas lo suficientemente fuertes como quemar la retina y provocar daño permanente en el ojo.
Como no existen células receptoras, la retina es muy sensible y cualquier muestra de luz fuerte puede quemarla, el mirar la luz del Sol durante un eclipse puede escocer la mencionada parte de glóbulo ocular.
Al principio no se siente ningún dolor, de modo que es posible observar el eclipse solar sin dificultad mientras que sin percatarse la retina sufre heridas irreversibles, pasadas las horas se podrá notar el daño y será tarde tratar de arreglar.
Existen diferentes maneras de observar eclipses sin causar riesgos visuales, no es recomendable presenciar tal fenómeno con binoculares, telescopios normales o gafas de sol, pues no poseen filtros solares. La imagen proyectada y la vistas desde los árboles son métodos más seguros.
Efectos de los Eclipses:
Además de causar dolor en los ojos, producen una serie de alteraciones medioambientales que provocan cambios en el ambiente.
Originan de igual manera fenómenos ópticos que alteran el color del cielo, su luminosidad, la producción de sombras hace aparecer las Perlas de Baily.
Una especie de collar de manchas brillantes a lo largo del contorno lunar, que se forman por la luz del Sol que sobresale de los cráteres y montículos lunares.